Se llama Joe Ligon y ha pasado una vida entre rejas. Entró en prisión con 15 años y ha salido con 83. Nació en 1937, en Alabama (Estados Unidos). Se crió recogiendo algodón y ayudando a sus abuelos a cuidar el ganado. Con 13 años, su familia se mudó a Pensilvania y allí comenzó a ir al colegio, pero con poco éxito en el resultado.
Un 20 de febrero, dos años después, se emborrachó junto a otros adolescentes. Comenzaron a asaltar a gente por las calles de Filadelfia. El fruto de la noche fueron varios heridos y dos muertos. Él admite que atacó a personas, aunque asegura que no mató a nadie. No recuerda el juicio en el que le condenaron. Apenas duró un día. Y solo tomó la palabra para declararse culpable. Le castigaron a cadena perpetua por participar en agresiones y robos.
La experiencia de una vida entre rejas
La historia refleja bien la dureza del sistema penal de los Estados Unidos con los menores de edad. Hasta el año 2005, ni siquiera se libraban de la pena de muerte. Ese año, un abogado de la Asociación de Defensores de Filadelfia se interesó por el caso de Ligon y fue a verle. Le ofreció ayuda para luchar por su liberación. No aceptó. En la prisión aprendió a leer, se aficionó al boxeo, cumplió la mayoría de edad, se hizo adulto y por fin mayor. Y vio por televisión la guerra de Vietnam, la llegada del hombre a la luna y los atentados del 11S. Pasó por seis cárceles. Pero nunca quiso salir en libertad condicional.
De ser juzgado hoy, con mucha probabilidad, le culparían de agresión y tentativa de homicidio. Y es que no se demostró en el juicio que estuviera con los chicos que mataron a dos hombres; por lo tanto, la condena sería de unos 5 a 10 años de cárcel. El 11 de febrero salió por fin a la calle. Lleva con él una copia de la orden de la juez que lo liberó. Y se la enseña a todo el mundo. La prensa se ha hecho eco de la historia y la noticia se ve en este enlace.
En agosto, no habra noticias sobre mayores. Nos volvemos a ver en el mes de septiembre. ¡Felices vacaciones!