El apelativo de compositor de bandas sonoras no le gusta nada a Ennio Morricone. Y en multitud de ocasiones ha manifestado que él es solo un compositor, a secas. No es amigo de aplausos, tampoco le agrada que lo llamen maestro y siempre ha rehuido la fama. Nunca tuvo un piano en su estudio: afirma que no lo necesita; tiene la música en su cabeza y la transcribe directamente. Pero él niega su talento. Achaca al tesón y al esfuerzo los frutos de su trabajo. Sin embargo, la historia del cine no sería lo mismo sin su creatividad. Está considerado como el autor más innovador de partituras cinematográficas.
Su obra es inmensa. Ha realizado más de 500 bandas sonoras de películas. Por un puñado de dólares; La muerte tenía un precio; El bueno, el feo y el malo; Érase una vez en América; La Misión; Los Intocables; Cinema Paradiso o Los odiosos ocho son algunas de las más conocidas. Su larga trayectoria profesional está plagada de reconocimientos. Tiene en su haber varios Globos de Oro, Premios Oscar, BAFTA, Grammy y David de Donatello. Ha vendido más de 40 millones de discos y ha logrado 26 discos de oro y 5 de platino. A pesar de ello, el compositor italiano se negó a vivir en Hollywood, la ciudad donde más sonaba su música.
Elogios para un compositor de bandas sonoras admirables
Morricone cumplió 90 años en noviembre y anunció que se retiraría tras las fiestas navideñas; aunque aún no lo hará del todo. Ha decidido que ya es el momento de dejar de ser compositor de bandas sonoras. No obstante, conserva energía de sobra para dirigir sus originales composiciones. Y, de momento, piensa hacerlo; tiene actuaciones programadas en diversos países europeos. Es decir, no renuncia a disfrutar de una vejez activa. Un experto en música opina sobre el creador que no es un compositor ni un director, sino un milagro. En esta elogiosa crónica trasmite bien la gran admiración que siente por él.