Una jueza de 85 años es todo un símbolo de los derechos civiles en Estados Unidos. Se llama Ruth Bader Ginsburg y lleva en la carrera judicial más de 60 años. Desde 1993, ejerce como magistrada del Tribunal Supremo; fue la segunda mujer en ocupar ese puesto. Bill Clinton, entonces presidente, la aupó al cargo. La igualdad de derechos civiles ha sido siempre su principal empeño. Sus sentencias a favor del matrimonio homosexual, contra la discriminación racial en las aulas o la desigualdad salarial entre hombres y mujeres son célebres.
Su trayectoria profesional ha inspirado dos películas. La primera es un documental que lleva por título RBG, sus iniciales; la segunda se estrenará próximamente. “Tengo más de 80 años y todo el mundo quiere hacerse una foto conmigo” manifiesta sonriente en el documental. La jueza recuerda en el metraje detalles de su vida personal. Por ejemplo, la discriminación que sufrió en sus inicios profesionales por el hecho de ser mujer. Enviudó en 2010, ha superado problemas de salud graves y en sus rutinas diarias no falta el ejercicio físico. Asegura, concluyente, que la jubilación no forma parte de sus planes inmediatos.
Inquietud por una jueza de 85 años
La excepcional jueza estadounidense sufrió una caída fortuita anteayer, 7 de noviembre. El accidente ocurrió en su oficina. Tiene tres costillas fracturadas y permanece hospitalizada. El suceso ha hecho saltar las alarmas en los círculos demócratas. Su jubilación obligada por razones de salud permitiría al presidente Donald Trump nombrar para el Tribunal Supremo un nuevo aspirante afín a su agresiva ideología. La Corte Suprema es un engranaje básico en la sociedad estadounidense. Y un juez conservador dañaría gravemente el ya precario equilibro que mantiene actualmente. Pero Ruth es una mujer fuerte y cabe esperar su recuperación. Ha pasado antes por pruebas similares. Le deseamos un pronto restablecimiento para que siga defendiendo con firmeza los derechos civiles en su país.
PD. Ruth Bader Ginsburg murió el viernes 18 de septiembre de 2020. Que la tierra le sea leve.