Permanecer activos todo el tiempo posible es un deseo muy común entre los mayores. Y no es de extrañar. Renunciar a hacer aquello que nos gusta es una idea poco atrayente. ¿Debemos quedarnos quietos por cumplir años? Al parecer, hay quien cree que sí. Y ha ocurrido esta misma semana. Un patinador de 40 años sufre un accidente. Y amigos suyos le comentan que ya no tiene edad para patinar. Él, claro está, rechaza la idea con un argumento de peso. Según la estadística, tiene por delante 40 años más de vida. ¿Cómo va a renunciar a hacer cosas por miedo a lastimarse? Lo cuenta él mismo, en la carta enviada a la dirección del diario El País. ¡Bien por el autor de la carta! Así se combaten los estereotipos negativos sobre el envejecimiento.
A los mayores nos gusta permanecer activos
El asunto de la edad no deja de sorprender. Los periodos de la infancia y la juventud se alargan cada vez más. Y, con frecuencia, vemos en los medios noticias como esta. Sin embargo, siguen vigentes los estereotipos que rodean la vejez; incluso, parece que se acentúan. No se tiene en cuenta que la edad no es un buen criterio a la hora de establecer según qué límites. El estado funcional del individuo es mucho más concluyente. La visión tradicional de la vejez está obsoleta. Pero no todo el mundo percibe las transformaciones que han experimentado los mayores en el siglo XXI.
En este sentido, llama la atención una noticia que pone en entredicho la capacidad de los mayores para conducir. El 30% de los automovilistas considera que son un peligro al volante. Pero los datos hablan por sí solos. Y son elocuentes. Los mayores de 65 años sufren cuatro veces menos accidentes que los menores de 25 y menos de la mitad que los conductores entre 35 y 44. ¿Cuál es la edad de riesgo? Mientras tanto, hay mayores que conducen; no dudan de su aptitud. A otros, por el contrario, se les niega poder hacerlo. Sería bueno aplicar reglas un poco más objetivas. Por ejemplo, con arreglo a las capacidades de cada individuo y no tanto a su edad. Sería más justo.
