Cuesta creerlo, pero es cierto: una mujer de 85 años es esclava en Brasil. Una denuncia anónima lo sacó a la luz. La inspección de trabajo puso en marcha una investigación y la noticia de su liberación saltó a los medios el primer lunes de mayo. El hecho ha ocurrido en Río de Janeiro. Se trata de una familia acomodada, que la ha tenido a su servicio a lo largo de tres generaciones.
Según ellos, se trata de una persona más de la familia; no obstante, es un caso de explotación laboral muy claro. Llegó a la casa siendo casi una niña, con 13 años. Y, desde entonces, ha trabajado, sin sueldo ni vacaciones. No ha tenido pareja, hijos o amigos. Las paredes de la vivienda de los amos han sido su mundo. Para ella era un hogar, aunque no fuera más que un calabozo.
Una mujer de 85 años era esclava y no se siente como tal
El nombre de la mujer no ha trascendido; las autoridades la llaman doña María para proteger su identidad. No entendió que la liberaran. Cuidaba de la patrona, octogenaria, igual que ella, y se sentía la responsable de su atención. Habían vivido y envejecido juntas, si bien en unas condiciones muy distintas. Pero el grado de sumisión era tal que quería volver a la casa. Al parecer, el suceso no es excepcional. En la misma ciudad, se ha rescatado a siete trabajadoras en el último año. Y otras más en el resto del país.
Suelen ser mujeres de familias muy humildes. Y su existencia gira en torno a los intereses de la clase privilegiada que las acoge. Trabajan con una honda relación de poder, similar a la esclavitud. Sin embargo, ellas no lo sienten así. Del problema se ocupa un plan de intervención denominado Proyecto de Acción Integrada. Su libertad va más allá del rescate, ya que necesitan una gran labor de recuperación. Sienten hacia sus esclavistas una especie de deuda de gratitud. Y no es fácil desprenderse de su huella a nivel emocional.