Que los jubilados son felices no es nada nuevo, aunque hay quien no lo cree. Hace ya tiempo que se sabe, pese a que los estereotipos no lo dejan ver. Y, una vez más, un estudio lo pone de relieve. Se han investigado los hábitos de vida de 21.000 personas. Todas mayores de 50 años y de una gran diversidad de países. En Europa se encuentran España, Finlandia y Polonia, junto otros como Sudáfrica, Ghana, China y Méjico. Se trata por tanto de grupos de población muy distintos entre sí.
Los resultados no son uniformes, aunque sí concluyentes. En todos los países de la muestra, los índices de bienestar emocional son más elevados en los jubilados que en quienes aún trabajan. Y eso que la jubilación no siempre se acepta bien. Porque marca de algún modo la entrada en la vejez; al menos, a nivel social. Y, pese a que su nombre deriva de júbilo, no todo el mundo la vive con alegría. Sin embargo, a raíz de los resultados del estudio, parece que el problema se resuelve pronto. La clave de la felicidad está en el uso del tiempo. Un bien que a los jubilados les sobra. Y, disponer de más horas para lo que a uno le gusta, no hay duda de que satisface.
¿Y desde cuándo se sabe que los jubilados son felices?
Lo descubrió la psicóloga Laura Carstensen a mediados de los 90. Fue en la Universidad de Stanford (California) y le puso por nombre la paradoja de la vejez. El bienestar emocional de los mayores supera al de cualquier otro grupo de edad. Por lo tanto, no hay base para tener miedo a la jubilación y con ello a la vejez. No encierra nada malo. A nadie le ha de asustar cumplir años. Y es que las estadísticas dicen que se es más feliz a medida que el tiempo pasa.
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