Los jubilados voluntarios son un valioso recurso que sostiene multitud de causas solidarias. A las personas mayores también les interesa el voluntariado y ofrecen apoyo a quienes lo precisan. Se trata de una tendencia en aumento. La jubilación hace inevitable asumir nuevos roles. Pero no obliga a estar desocupado; por el contrario, abre la puerta a nuevas vivencias personales. Y conviene descubrirlas cuanto antes. El cese del trabajo remunerado regala uno de los bienes más preciados: disponer de tiempo libre. Beneficiarse del mismo es uno de los mayores retos asociados a la jubilación laboral.
Alexander Kalache bromea sobre ello. Y considera que, si tenemos por delante 30 años de vida, no podemos pasarlos tejiendo. La esperanza de vida aumenta; la calidad de vida de las personas mayores mejora. Pero, sobre todo, se incrementa su disposición a romper estereotipos vetustos que obedecen a épocas pasadas. Muchos mayores de hoy envejecen activamente brindando su tiempo libre al bien común. Y la ayuda desinteresada se convierte en una fuente de satisfacción personal. Cada vez más mayores hacen de la solidaridad un hábito propio.
Las noticias sobre jubilados voluntarios están de actualidad
La prensa muestra a menudo a personas mayores comprometidas con causas solidarias. Y las noticias se suceden. 93 años, e incluso 102, no impiden seguir haciendo voluntariado. Hace dos semanas, el Premio Voluntario 2018, de la Diputación de Guipúzcoa, reconocía la generosidad de otro mayor. Y, unos días más tarde, cuatro jubilados voluntarios protagonizaban una crónica similar. El tratamiento de esta última merece, no obstante, una ligera observación. Al parecer, todos ellos son abuelos; sin embargo, el uso del término conlleva una cierta connotación peyorativa. Ser abuelo, o abuela, no va forzosamente unido a la edad avanzada. Está relacionado, primero, con haber tenido hijos y, después, nietos. Pero no todos los hombres y mujeres mayores cumplen esa condición; por tanto, no se debe denominárseles así. Dejemos la denominación de abuelas, y abuelos, solo para los propios. Es una muestra de respeto que muchas personas mayores, que no tienen nietos, agradecen.