Cada vez son más los mayores que ven en el cohousing senior una alternativa a residir en un geriátrico en la última etapa de la vida. Y es que la pandemia ha puesto de relieve las muchas carencias de ese modelo. No sería justo decir que todos los centros son iguales. Por fortuna, no faltan los que se salvan; casi siempre, con un diseño a pequeña escala y por lo tanto más humano. Por el contrario, las residencias de gran tamaño dejan mucho que desear en cuanto a la calidad de la atención que ofrecen a los mayores. Para muestra, ahí está el volumen de denuncias de los familiares que ha llegado a los juzgados.
Qué es el cohousing senior
No hay duda de que el cohousing no es la única vía para vivir una vejez con mayor calidad de vida. Y por supuesto más activa. Sin embargo, muchos mayores lo consideran como una opción más que aceptable. Es un modo de vida en el que la atención se centra en las personas hasta el fin de sus días. Porque lo que define el cohousing senior es la autogestión. Se trata de un estilo de vida cuyas características nacen de la puesta en común de quienes integran el núcleo de convivencia.
Ellos son los que diseñan cómo y dónde quieren vivir con otros. Pues de eso se trata: de convivir; aunque no con quien fije el azar. En realidad, el cohousing se lleva a cabo con personas afines a uno. Es decir, personas a las que une un manojo de objetivos previos. Entre otros, el de evitar la soledad en la vejez, que no es el menor de todos. ¿Y cómo se hace? Pues a través del esfuerzo y la cooperación que supone sacar adelante un proyecto en común. Y es que los modelos de vida en la vejez están cambiando. No es fácil. Pero la puesta en marcha de un ideal para envejecer en compañía es un aliciente que da vida a los años.