Que todos los mayores son iguales es uno de los estereotipos más erróneos que rodean a la vejez; a la vez es ofensivo, por el matiz despectivo que encierra. Y es que la expresión no tiene un tono complaciente, sino todo lo contrario. ¿O no? Los mayores no están malhumorados, ni son ariscos. Tampoco rehúyen la compañía de los demás. El hecho de cumplir años no implica acumular defectos. Más bien, se envejece como se ha vivido. Si un adulto es afable, no es fácil que se vuelva antipático en la vejez. Del mismo modo, alguien con un carácter brusco no se transforma en cordial con los años.
Esta página está llena de ejemplos que no responden al estereotipo que se achaca a los mayores. Pero el modelo sigue vigente, ya que está muy anclado en la sociedad. Lo cierto es que un niño de pocos años se parece más a otro de la misma edad que dos mayores entre sí. Sus cortas vidas tienen vivencias similares. Pero no ocurre así con los mayores. El lugar de nacimiento, la familia de origen, el trabajo, los amigos y el curso vital varían de unas personas a otras. No hay dos vidas iguales. Y no es probable que sus protagonistas se parezcan.
No todos los mayores son iguales, claro que no
La actualidad muestra a menudo los cambios en la imagen de la vejez. Mientras que unos mayores que son atletas, otros promueven las relaciones intergeneracionales; algunos destacan en las redes sociales y otros reivindican derechos. Es decir, los mayores son un grupo muy heterogéneo. Por fortuna, los prejuicios se esfuman poco a poco. El titular de la noticia de hoy es ilustrativo: la mayoría de los jubilados disfrutan. Un psiquiatra, ya retirado, lo afirma tras entrevistar a 150 jubilados, hombres y mujeres. Según él, hay cinco formas de adaptarse a la jubilación. Y ha expuesto las conclusiones de su estudio. La noticia se puede ver en este enlace.