Es un presidente de 78 años muy activo y notorio. ¿Quién no conoce a Joe Biden, el inquilino de la Casa Blanca? Llegó allí tras su tercer intento. Muchos vieron en él a un anciano sin capacidad para tomar las riendas de un país con tanto poder en el mundo. Y es que no hay precedentes de tal edad. Pero se equivocaron de lleno. Lo demostró incluso antes de los primeros 100 días de mandato. En Liberar las patentes ya apuntamos que se merecía una entrada. Y lo prometido es deuda.
Comenzó con el impulso de un gran plan de vacunación para reducir los contagios por la COVID-19. Y empleó 1,9 billones de dólares en ayudas tanto a los hogares como a los negocios que más sufrieron por la pandemia. Quiere luchar contra la desigualdad con una reforma fiscal que dobla el impuesto sobre las ganancias de capital. Cuenta con un plan de infraestructuras que generará millones de puestos de trabajo en los próximos años. La propuesta no olvida el avance del cambio climático; de hecho, incluye un programa contra las emisiones. En el plano internacional no es menos animoso. Hace unos días, visitó Europa con el fin de recuperar unos lazos de unión muy dañados. No hay duda de que se trata de un presidente que rompe moldes.
La mujer de un presidente de 78 años
Jill Biden no es menos activa que su cónyuge. Es la primera mujer de un presidente que no renuncia a su actividad profesional. Es profesora y cumplió 70 años a principios de este mismo mes. Pero su agenda está llena de viajes por todo el país en favor de los valores que defiende. En este sentido, Joe Biden se ha encontrado de frente a los obispos de los Estados Unidos. Después de Kennedy, es el segundo presidente católico. Y se plantean negarle la comunión por su apoyo a la ley sobre el aborto. Habrá que ver en qué acaba la batalla, una más de las muchas a las que se enfrenta día a día el protagonista de hoy.
