Richard Wilkinson ha sido siempre defensor de la igualdad y no ha cambiado de postura. A los 76 años le encaja bien lo de «genio y figura…». Es más que activo; es activista. En una entrevista expone la razón. Le preocupan las desigualdades sociales. Y con su trabajo pone de relieve los efectos que producen. Los títulos de sus libros dejan ver a las claras qué asuntos abordan. En 2001 se publicó en español «Las desigualdades sociales perjudican». Entre otras cuestiones, muestra que en los países con grandes diferencias de renta es menor la esperanza de vida de la población.
Y aún tiene dos más traducidos. En el primero, «Los hechos probados« (2004), analiza la influencia del entorno social y el papel de las políticas públicas en el nivel de salud de los personas. Si te interesa, se puede descargar aquí. El segundo es «Desigualdad. Un análisis de la (in) felicidad colectiva» (2009). Y demuestra, una vez más, las ideas que defiende; en este caso, que ser pobre en una sociedad rica es casi una garantía para no ser feliz.
El defensor de la igualdad y sus propuestas
Los efectos de la desigualdad provocan perjuicios no solo en quién la sufre, sino en el conjunto de la sociedad. Y lo reconocen organismos tan concluyentes en la materia como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. La ONU reclama acabar con la desigualdad para reducir la pobreza y proteger la naturaleza. Pero no parece que los gobiernos del mundo se muestren muy de acuerdo con la propuesta. Y menos, los más poderosos. Mientras tanto, Wilkinson es fiel a sí mismo. Al final de la entrevista, que se lee en este enlace, le preguntan qué medidas aprobaría si fuera político. Y él no duda en la respuesta. Prohibir los paraísos fiscales y las fórmulas que ayudan a evadir impuestos. No está nada mal; ojalá que le escuchen.