Cada vez se habla más de los mayores. Y es lógico que sea así. Por una parte, su número no deja de aumentar; por otra, los cambios de las últimas décadas les ha proporcionado un gran peso social. La vejez se ha transformado. Y mucho. Hasta hace apenas un siglo, solo un reducido número de los nacidos llegaba a alcanzarla. Las tasas de fecundidad eran elevadas y nacían más niños que ahora. Sin embargo, muy pocos de ellos lograban completar su ciclo vital hasta la vejez. En realidad, era un derroche de vidas. El número de hijos por mujer debía ser alto para garantizar la supervivencia de la especie; en caso contrario, nos habríamos extinguido.
Hoy ya no es así. Las condiciones de vida son mucho más favorables que en el pasado. Un alto porcentaje de los nacidos traspasa el umbral de la vejez, establecido por la ONU en los 60 años. Y crece el interés por esta etapa de la vida. El envejecimiento de la población ha llegado para quedarse. En ocasiones, la situación se percibe como una grave amenaza. Aunque la OMS no lo considera así. Vivir hasta edades avanzadas, si se disfruta de una adecuada calidad de vida, es una buena noticia. ¿O no es verdad?
Cada vez se habla más de los mayores y con menos tópicos
En líneas generales, la vejez es un periodo poco valorado. Los mayores suelen ser invisibles en la sociedad. Pero los tiempos están cambiando. Por fortuna, los tópicos y estereotipos sobre este colectivo van desapareciendo. Los mayores de hoy tienen poco en común con los de antes. Son más autónomos e independientes; les interesa su medio y no se recluyen en casa; se asocian en agrupaciones y participan en múltiples actividades; viajan, leen y se divierten. En consecuencia, son más notorios que nunca.
Por tanto, es de celebrar que los medios publiquen este tipo de artículos. Una crónica que pone de relieve las nuevas oportunidades que brinda cumplir años. Cada vez se habla más de los mayores y se seguirá hablando en el futuro. En el momento actual, la edad no nos hace ancianos. Sin duda, la vejez se ha rejuvenecido.