Retirar el carnet de conducir a un mayor puede tener efectos secundarios. De eso trata la entrada de un blog del que nos hacemos eco hoy. Y es que la polémica sobre los conductores de mayor edad asoma de vez en cuando. Pero los mayores al volante no son un peligro en sí mismos. El problema no es la edad, sino las circunstancias que rodean a los años cumplidos. La más importante de todas es la de conservar la aptitud para manejar un vehículo. La vejez se acompaña de un declive de las competencias funcionales. Y no hay duda de que la capacidad de reacción se reduce con los años y los reflejos son más lentos; sin embargo, los mayores lo compensan con una valoración del riesgo más acusada. Pese a ello, hay límites que conviene no traspasar.
Retirar el carnet de conducir: el valor de la seguridad
La DGT no contempla un tope de edad en sus normas de circulación, si bien dirige a los mayores una serie de consejos para circular con más seguridad. No obstante, al cumplir los 65 años, el tiempo de validez del carnet de conducir se reduce. Y el plazo de la renovación pasa de los 10 años a los 5. ¿Qué es lo que ocurre si un juicio clínico pone de relieve que, por una u otra razón, ya no se puede conducir? Pues que, con frecuencia, se vive como una tragedia. Una pérdida más de las muchas con las que se suele asociar la vejez. Y no menor.
Pero es preciso aceptar el menoscabo que acompaña a los años. Lo contrario es negar que somos seres finitos. Y lo somos. Es cierto que la vejez ya no es lo que era. La edad en que nos consideramos viejos se ha desplazado. Se viven más años y en buenas condiciones de vida; aunque, más pronto o más tarde, han de llegar la dependencia y el deterioro. Y rechazar la evidencia solo nos perjudica. En la sociedad de hoy, aprender a envejecer es una asignatura pendiente. Y afrontar el hecho es un reto más. La entrada del blog se puede leer aquí.